lunes, 25 de agosto de 2008

Para el honor, Medalla de Oro

Tomado de Cubadebate
Si se hace una estadística sobre el número de instalaciones, campos deportivos y equipamientos sofisticados por millón de habitantes queacabamos de ver en los últimos Juegos Olímpicos: piscinas de natación, declavados y de polo acuático; suelos artificiales para competencias decampo y pista, hockey sobre césped; instalaciones para básquet, paravoleibol; de aguas rápidas para kayak; velódromos para bicicletas develocidad, polígonos de tiro, etcétera, etcétera, podría afirmarse que noestán al alcance del 80 por ciento de los países representados en Beijing,equivalente a miles de millones de personas que habitan el planeta.
China,inmenso y milenario país de más de 1,200 millones de habitantes, invirtió40 mil millones de dólares en las instalaciones olímpicas y aún requerirátiempo para satisfacer las necesidades deportivas de una sociedad en plenodesarrollo.Si se suman las personas que habitan India, Indonesia, Bangladesh,Pakistán, Vietnam, Filipinas y otros, aparte de los casi 900 millones deafricanos y más de 550 millones de latinoamericanos, podrá tenerse unaidea de las personas que en el mundo carecen de tales instalacionesdeportivas.Es a la luz de estas realidades que debemos analizar las noticias quegiraron alrededor de los Juegos Olímpicos de Beijing.El mundo disfrutaba de la Olimpiada porque la necesitábamos, porquedeseábamos ver las sonrisas y las emociones de los atletas participantes,y en especial de los primeros lugares, que recibían el premio a suconstancia y disciplina.¿A cuál de ellos podría culparse de las colosales desigualdades delplaneta en que nos tocó vivir? ¡Cómo olvidar, por otro lado, el hambre, lasubnutrición, la ausencia de escuelas y maestros, hospitales, médicos,medicamentos y medios elementales de vida que padece el mundo!Sabemos lo que evidentemente desean aquellos que saquean y explotan elplaneta que habitamos. ¿Por qué desataron la violencia y agudizaron lospeligros de guerra el mismo día que se iniciaron los Juegos Olímpicos?Estos acaban de transcurrir en apenas 16 días.
Ahora, cuando ya pasó el efecto de la anestesia, el mundo vuelve a susangustiosos y crecientes problemas.Días atrás escribí sobre nuestro deporte. Venía denunciando desde hacerato las repugnantes acciones mercenarias contra esa actividad revolucionaria y en defensa del valor y el honor de nuestros atletas.
Mientras transcurrían las competencias, meditaba sobre estas cuestiones.Tal vez no habría tomado tan rápido la decisión de escribir algo sobre eltema si no se hubiese producido el incidente del atleta cubano detaekwondo Ángel Valodia Matos —campeón olímpico hace 8 años en Sydney—cuya madre murió cuando competía y ganaba la medalla de oro a 20 milkilómetros de su patria. Asombrado por una decisión que le pareciótotalmente injusta, protestó y lanzó una patada contra el árbitro. A supropio entrenador lo habían tratado de comprar, estaba predispuesto eindignado. No pudo contenerse.El atleta acostumbraba enfrentar valientemente las lesiones que suelen serfrecuentes en el taekwondo. El árbitro le suspendió el combate cuandoestaba ganando tres a dos. No fue el único caso. Es muy grande el poderdel árbitro en ese tipo de competencias y ninguno el de los atletas. A losdos cubanos, taekwondoca y entrenador, les fue prohibida la participaciónde por vida en competencias internacionales.Vi cuando los jueces les robaron descaradamente las peleas a dosboxeadores cubanos en la semifinales. Los nuestros combatieron condignidad y valentía; atacaban constantemente. Tenían esperanzas de ganar,a pesar de los jueces; pero fue inútil: estaban condenados de antemano. Novi la de Correa, al que también se la arrebataron.No estoy obligado a guardar silencio con la mafia. Esta se las haarreglado para burlar las reglas del Comité Olímpico. Fue criminal lo que hicieron con los jóvenes de nuestro equipo de boxeo para complementar el trabajo de los que se dedican a robar atletas del Tercer Mundo. En su ensañamiento, dejaron a Cuba sin una sola medalla de oro olímpica en esa disciplina.Cuba jamás ha comprado a un atleta o a un árbitro. Hay deportes donde elarbitraje está muy corrompido y nuestros atletas luchan contra eladversario y el árbitro. Antes el boxeo cubano, reconocidointernacionalmente por su prestigio, ha tenido que enfrentarse a losintentos de soborno y corrupción para arrancarle a dentelladas lasmedallas de oro al país comprando boxeadores altamente entrenados ycurtidos, como tratan de hacer con peloteros u otros destacadosdeportistas.Los atletas cubanos que compitieron en Beijing y en vez de oro trajeronplata, bronce o un lugar destacado en las competencias, tienen un enorme mérito como representantes del deporte amateur que dio origen al resurgimiento del movimiento olímpico. Son ejemplos insuperables en elmundo.¡Con qué dignidad compitieron!El profesionalismo fue introducido en las Olimpiadas por interesescomerciales, que convirtieron al deporte y a los deportistas, como hemosdicho, en simples mercancías.Fue ejemplar la conducta del equipo olímpico de Cuba en la pelota. Dosveces derrotaron en Beijing a la selección de Estados Unidos, el país que inventó ese deporte que por intereses de las grandes empresas comercialesfue expulsado de las Olimpiadas. El 2008 fue por ahora su último año departicipación olímpica.El partido final frente a Corea del Sur fue conceptuado como el más tensoy extraordinario que se haya efectuado en una Olimpiada. Se decidió en elúltimo inning con tres cubanos en base y un out.Los peloteros profesionales adversarios eran como máquinas diseñadas parabatear; su pitcher, un zurdo de velocidad, bolas variadas y precisiónexacta. Se trataba de un equipo excelente. Los cubanos no practican eldeporte como profesión lucrativa; son educados, como todos nuestrosatletas, para servir a su país. De no ser así, la Patria, pequeña entamaño y con limitados recursos, los perdería para siempre. No es posiblecalcular siquiera el valor de los servicios recreativos y educativos que alo largo de su vida prestan a la nación, en todas las provincias e Isla dela Juventud.
En el voleibol, el equipo propinó una derrota a la selección norteamericana en la fase eliminatoria, viniendo en ascenso desde loúltimo de la parte baja de una escalera de más de 50 peldaños. Una hazañaque, aunque regresen sin medallas, pasará a la historia.Mijaín ganó con orgullo, en difícil prueba con un rival ruso, la primeramedalla de oro para Cuba.Dayron Robles ganó el oro con amplio margen.
La lluvia empapó la flamantepista. Sin la humedad que aún restaba, hubiera podido romper fácilmente elrécord olímpico, además del mundial que había impuesto semanas antes en eldifícil y milimétrico evento de los 110 metros con vallas. Es un atleta disciplinado y tenaz con 21 años y nervios de acero.Yoanka González ganó la primera medalla cubana de ciclismo en una Olimpiada.Leonel Suárez, que obtuvo en decatlón medalla de bronce, cumplirá 21 añosen septiembre. Los resultados alcanzados en cada uno de los diez eventos de su casi inaccesible deporte impresionan.Son tantos los atletas con grandes méritos, hombres y mujeres, que no se pueden enumerar aquí, pero que es imposible olvidarlos.
Más de 150 atletas de nuestra pequeña isla participaron en la Olimpiada de2008 y dieron la batalla en 16 de los 28 deportes en que allí se compitió.Nuestro país no practica el chovinismo ni comercia con el deporte, que estan sagrado como la educación y la salud del pueblo; practica, en cambio,la solidaridad. Hace años creó una Escuela Formadora de Profesores de Educación Física y Deportes, con capacidad para más de 1,500 alumnos del Tercer Mundo. Con ese mismo espíritu solidario celebra el triunfo de losvelocistas jamaicanos, que obtuvieron 6 medallas de oro; del saltadorpanameño con oro; del boxeador dominicano con igual título, o el de lasvoleibolistas brasileñas que vencieron arrolladoramente al equipo de Estados Unidos y ganaron la primacía.
Por otro lado, miles de instructores deportivos cubanos han cooperado con países del Tercer Mundo.Estos méritos de nuestro deporte no nos eximen en lo más mínimo deresponsabilidades presentes y futuras. En las competencias deportivasmundiales, por las causas señaladas, se ha producido un salto de nivel. Novivimos hoy las mismas circunstancias de la época en que llegamos a ocuparrelativamente pronto el primer lugar del mundo en medallas de oro porhabitante, y por supuesto que eso no volverá a repetirse. Constituimos alrededor del 0,07% de la población mundial. No podemos ser fuertes en todos los deportes como Estados Unidos, que posee por lo menos 30 veces más población. Nunca podríamos disponer ni del 1% de las instalaciones y equipos de diversa índole, ni de los climas variados deque ellos disponen. Otro tanto ocurre con el resto del mundo rico, queposee por lo menos dos veces el número de habitantes de Estados Unidos.Esos países suman alrededor de mil millones.El hecho de que participen más naciones y las competencias sean más durases en parte una victoria del ejemplo de Cuba.
Pero no hemos dormido sobre los laureles. Seamos honestos y reconozcámoslo todos. No importa lo que digan nuestros enemigos. Seamos serios. Revisemos cada disciplina, cada recurso humano y material que dedicamos al deporte. Debemos ser profundos en los análisis, aplicar nuevas ideas, conceptos y conocimientos.Distinguir entre lo que se hace por la salud de los ciudadanos y lo que se hace por la necesidad de competir y divulgar este instrumento de bienestar y de salud.
Podemos no competir fuera del país y el mundo no se acabaríapor eso. Pienso que lo mejor es competir dentro y fuera, enfrentarnos a todas las dificultades y hacer un uso mejor de todos los recursos humanos y materiales disponibles.Preparémonos para importantes batallas futuras. No nos dejemos engatusarpor las sonrisas de Londres.
Allí habrá chovinismo europeo, corrupción arbitral, compra de músculos y cerebros, costo impagable y una fuertedosis de racismo.Ni siquiera soñar que Londres alcanzará el grado de seguridad, disciplinay entusiasmo que logró Beijing. Una cosa es segura: habrá un gobierno conservador y tal vez menos belicoso que el actual.No olvidemos la honradez, honestidad y prestigio profesional de que gozan nuestros árbitros internacionales y los cooperantes deportivos.
Para nuestro atleta de taekwondo y su entrenador, nuestra total solidaridad.
Para los que regresan hoy, el aplauso de todo el pueblo.Recibamos a nuestros deportistas olímpicos en todos los rincones del país.
Resaltemos su dignidad y sus méritos. Hagamos por ellos lo que esté anuestro alcance.
¡Para el honor, Medalla de Oro!
Fidel Castro Ruz
Agosto 24 de 2008
9:05 p.m.