jueves, 8 de octubre de 2009

Chavez Chavez y la reputación.

(En el caso de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez) "hubo negligencias, errores y omisiones, pero de los cientos de agentes del Ministerio Público que tenía a mi cargo.
Arturo Chavez Chavez, Procurador General de la República.

Entre los requisitos constitucionales para ocupar el cargo de Procurador General de la República se encuentre el de gozar de buena reputación. Ahora bien, determinar cuándo una persona cumple con esta característica no es nada sencillo, porque depende de quiénes emitan este juicio y qué hechos se le imputen.
Para la opinión pública era claro que Chavez Chavez no era una persona deseable para el cargo; y con toda razón, pues el simple hecho de no investigar ni consignar a los culpables de los asesinatos de Juárez debería considerarse como una ausencia de compromiso político y social, además de que en el mundo "normal" no desempeñar cualquier trabajo eficazmente es motivo suficiente para ser despedido o justificadamente menospreciado, y esto se traduce, precisamente, en menor reputación.
Entre otras polémicas del actual procurador se encuentran : El incumplimiento de la recomendación emitida por la CNDH que ordenaba investigar a fondo los delitos de Ciudad Juárez; el poder que Diego Fernández de Cevallos ejerce sobre Chavez Chavez (por cierto, Carlos Salinas y Diego Fernández son amigos y no les da pena admitirlo); y su posición a favor de la penalización del aborto.
Por otra parte, a los senadores del PRI, PAN y PVEM que ratificaron al actual Procurador no les interesó analizar este requisito constitucional, pues ni las protestas que los familiares de las víctimas realizaron al exterior de la Cámara de Senadores, ni las recomendaciones de organismos internacionales al respecto lograron que el Senado analizara objetivamente los inconvenientes de ratificar a Chavez Chavez como Procurador General de la República.
Ante esta situación, solo cabe reconocer que ni la opinión pública ni el sentir de la sociedad son relevantes para la toma de decisiones políticas fundamentales y que pesa más la negociación política a corto plazo, sin la menor consideración hacia la sociedad, que un cambio radical con fines progresistas, cambio necesario que los actores políticos admiten en el discurso pero lo niegan con sus acciones (léase, el discurso con motivo del tercer informe de gobierno de Calderón o las declaraciones de Peña Nieto a favor de la austeridad, cuando sus gastos de campaña rebasan los cientos de millones de pesos )
Ahora sabemos que la buena reputación es propia de cualquier político ante los ojos de los mismos , que ni la pluralidad de opiniones ni protestas son suficientes para acercarse a la humanidad de los funcionarios públicos y que se necesitan más asesinatos sin resolver y muchas más arbitrariedades para demostrar que una persona es responsable del incumplimiento de sus funciones básicas, porque en la política pareciera ser que compromiso y reputación son conceptos sin vinculación alguna.


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